Esta profecía es bastante extensa, por eso la presentaré en 3 partes.
El amanecer de la galaxia debe basarse en el PROFUNDO RESPETO de los unos por los otros y en el reconocimiento de que todo lo que existe, es como otra parte de cada uno, por eso, no se necesitarán aparatos represivos.
La nueva humanidad no necesitará de sistemas tecnológicos de las comunicaciones existentes, pues el hombre estará conectado mentalmente (que no significa poder llamar mentalmente a una persona) sino tener absoluta confianza en el semejante respetando el fin, por lo que la violencia dejará de existir.
Estamos en el final del ciclo de la noche de 5125 años, en el final de un día galáctico de 26.000 años.
Si queremos vivir una nueva era de armonía, la primera tarea es aprender a tener buenas relaciones con los demás, sentir y reconocer cada día los ciclos de la naturaleza, del sol y la luna.
Abrir la mente a la nueva información y a la galaxia, intuir la realidad más allá de los sentidos y no limitarnos con los conceptos del tiempo y el espacio.
Para los mayas, el cuerpo físico, el material, es sólo una masa, energía densificada. Es materia indestructible y eterna, que sólo cambia permanentemente. Se organiza gracias a lo que llamamos ahora el ADN o ácido desoxirrivonucleico, que ellos veían como una información codificada originada en Dios, en Hu Nap Hu.
Su capacidad de aprendizaje es diferente para todos los seres humanos, ya que depende de su potencialidad genética, de la herencia de sus antepasados y de los efectos de sus recorridos por otras vidas, de su Karma.
Karma se entiende como el destino trazado de las experiencias que el hombre debe vivir para completar su aprendizaje en esta vida, la parte difícil de lo que vivimos.
Ellos creían que el Ol, el ego, o la mente, estaba en una dimensión más arriba que la tercera dimensión en la que se encuentra nuestro cuerpo físico.
El espíritu o Injan, como lo llamaban ellos, es la conciencia permanente de todo ser humano. Existe antes de encarnarse en un cuerpo y permanece después de la muerte física.
El espíritu es lo que realmente evoluciona.
Cada vida aumenta con sus experiencias vividas con su Ol, con su ego.
La personalidad es la que genera el proceso de evolución durante cada día.
El espíritu es la conciencia permanente que no se desorganiza ni se pierde nunca. Sólo aumenta su comprensión sobre la creación, con las experiencias vividas por las distintas personalidades en su sucesivas encarnaciones.
Así pasamos de la monarquía absolutista a la democracia en que vivimos, así pasaremos a escoger a nuestros gobernantes no por la cantidad de votos, sino por su sabiduría evidente.
En la próxima entrada terminaremos con la 5ª profecía
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