Los mayas creían que la energía sagrada que se crea por la apertura espiritual, activa el hipotálamo y las glándulas Pituitaria y Pineal, ampliando la percepción de nuestra mente.
La activación de estas glándulas advierte al organismo que ponga a funcionar una parte del código genético que no solemos utilizar, ya que sólo utilizamos 20 Codones de los 64 que tenemos instalados.
Ellos creían que la causa principal de las enfermedades estaba en relación con el equilibrio de los fluidos de la sangre, del ácido úrico, creían que las sustancias tóxicas de este ácido estaban influidas por la luna.
Descubrieron que su eliminación sigue los ritmos de la fase de la luna. En luna nueva la sangre tiene muy poco ácido úrico, en luna llena tiende a cristalizarse y envenena la sangre.
Ellos utilizaban la influencia magnética de la luna para curar. Durante la luna creciente cortaban una seiba, su árbol sagrado al que llamaban Si Man Chen y con él, hacían tablas. El momento del corte era muy importante para que la savia estuviera sana y pura, pues sabían que conducía fuerzas de características electromagnéticas.
Dejaban la tabla sobre la tierra en dirección Norte Sur expuesta a la luz durante un mes lunar, magnetizándola. Sobre ella acostaban al paciente.
Si querían sacar fluidos tóxicos del organismo colocaban su cabeza en dirección sur, si querían atraer las energías hacia el interior del cuerpo colocaban la cabeza en dirección norte.
La puerta para convertirnos en seres multidimensionales ya está abierta, Jesús fue uno de los que la utilizó y nos dejó un mensaje en el que dijo que nosotros haríamos proezas iguales o mayores que las que el había realizado.
Los Mayas sabían que el universo existe gracias a la polaridad, dos fases contrarias, una positiva y la otra negativa, que conforman la eterna dualidad, la llamaban Omeyotl. Esta polaridad se manifiesta en el día y la noche, una fase activa y una pasiva.
Encontraron que estas dos fases no son absolutas, se transforman continuamente la una o la otra, algo de la una, contiene a la otra, es decir que ondulan afectando a toda la naturaleza y a todos los acontecimientos.
El hombre es el resultado de esa eterna dualidad, todos tenemos una parte masculina y una femenina, los dos principales movimientos son la rotación y la translación, sin ellos, nada tendría vida. El secreto del manejo del tiempo está en la sincronía en el presente, el pasado no existe y no tiene sentido preocuparse por el futuro.
Para ser felices, debemos localizarnos en el tiempo presente, éste se encuentra en el centro del símbolo del infinito, el número 8, atrás la vuelta de su pasado, adelante, el círculo de su futuro. Estos círculos están siempre en movimiento, representan estados mentales que convergen en un punto de cruce, en el presente.
La mayoría del tiempo no sincronizamos con el presente, sino preocupados por el futuro o añorando o evocando al pasado, tiempos que realmente no existen.
Aquí finaliza la 5ª Profecía Maya
No hay comentarios:
Publicar un comentario