En diversas épocas, se
ha
hablado
de un nuevo resurgimiento, en que el Ser Humano recobre nuevamente su
conciencia Divina.
En estos tiempos, adiestrar los sentidos internos, se ha ido
expandiendo. Sin embargo, el actual bullicio externo, pareciera convertirse
cada vez más, en una amenazante encrucijada para aquellos “puros de corazón”,
que buscan afianzarse “CON LA CABEZA PUESTA EN LOS CIELOS, PISANDO LA TIERRA”.
Esta dualidad, llamada
lucha interna, es una gran Oportunidad para establecer definitivamente el mando, comando y
control ante la tiranía del ser externo, quien ha gobernado por ya
demasiado tiempo al Real Ser.
Hasta el presente, la atención se ha
ido preferentemente hacia “afuera”, dando escasa actuación al Ser
Divino que late en el corazón cuya suave voz sólo es posible escuchar cuando
calmado el desenfreno externo.
El
renacimiento que entrega la vida renovada, sólo es posible
vivirlo cuando se vuelca conscientemente la atención e importancia
primordial al Mundo Interno, pero ¿es posible en medio de los
acontecimientos diarios?
¿Es posible
llevar la atención hacia la Presencia YO SOY, en medio de la angustiosa rutina
de las obligaciones?
Se debe saber que ¡No
hay logros internos, si no hay espíritu de sacrificio!
La lucha diaria es el
verdadero impulso del Creador para cuando se enfrente alguna contingencia.
¡El Creador mismo
impulsa UNA FUERZA ADICIONAL!
Esto no es cuestión de
fe, sino que ¡es una ley exacta!
Esta Ley fue creada
para elevar al máximo, todas las capacidades superiores, propias del
ser
humano!
Que el Creador está
presente dentro de cada uno no es un vago sueño de mentes
débiles, que crean a un Ser Superior para consuelo, provisión y confor.
Su Presencia, dentro, es
lo más Real y Verdadero de todas verdades.
No es fe ciega, no es temor,
no es miedo al abismo, ni el miedo a la muerte o a la vida lo que persiste
en la Presencia de lo Eterno.
El ateo niega la
existencia del Ser Uno, del Infinito Creador, sin embargo su corazón late
emanando Luz Divina por igual que aquel creyente fervoroso.
¡Todos los que
persistan, son los que alumbrarán por sí mismos, la Luz inefable de la Existencia Pura!
Hemos visto la
resistente y persistente Fuerza de esos Grandes Espíritus, quienes jamás se
dejaron abatir frente a las muchas y variadas disyuntivas y cruentas
luchas en sus vidas de dolorosas renuncias.
Cuando no se ha
afianza el Amor del Cristo en el Corazón, a la menor tempestad se abandona el
Gran Propósito.
Se aleja la Flama alumbradora de la
Sabiduría, renunciando a la “sal de la vida” y cambiando “el Reino de
los Cielos por un platillo de lentejas”, como tan bien lo enseñó el Divino Maestro.
No es el castigo de
los “cielos” lo que obstaculiza la realización plena, sino la débil, mustia y
aletargada conciencia, de los que no desarrolan su
espiritualidad a la par de sus logros mundanos.
¡Es un deber sagrado expandir la conciencia y renacer
a la nueva vida, siguiendo obedientemente el plan establecido por el absoluto Dios!
Así definitivamente, esta Bendita Tierra se encauzará a Su Real trayectoria y cumplirá Victoriosamente Su Triunfo
en la Luz!
Con Bendiciones
renovadas, les impulso siempre ¡Hacia arriba y hacia adelante!
Vuestro, Saint Germain.
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