¿Qué aprendimos desde niños sobre los
eclipses?
Aprendimos a tenerles miedo, la idea era
que causan daño. Que alteran a las personas, al sistema nervioso, al humor, etc.
Y ahí terminaba la explicación. Sólo lo perjudicial.
Pero
hoy sabemos que nos traen un gran beneficio para nuestro crecimiento, para
liberarnos de lo que nos hace mal.
Si
bien la energía de un eclipse es fuerte y revuelve nuestras emociones, es para qué
salgan a la Luz y sean sanadas.
Qué
distinta es la visión, verdad?
Antes
nos quedábamos sólo con la remoción. Ahora sabemos lo bueno y útil de esa remoción.
¿Qué
podríamos estar sintiendo? Cansancio, decaimiento, nerviosismo, estrés, etc.
Pero no por “culpa” del eclipse, sino porque hay emociones que pueden estar escondidas.
¿Cuáles? Culpas, frustraciones, enojos, rencores, desazón, pérdida del sentido
de la vida, etc. “bajo la alfombra” o sea sin reconocerlas a nivel consciente.
Así
de simple. Aprovechemos, veamos qué cosas dañinas tenemos y demos gracias al eclipse
por mostrárnoslas para eliminarlas de nuestras vidas. Claro, eso si así lo
decides inteligentemente pero si no te importa en lo más mínimo, deja pasar la
oportunidad y sigue con tus emociones tóxicas “guardaditas” hasta que se
aparezcan como alguna enfermedad.
Eso
puedo asegurarlo. Ya lo científico también lo reconoce. Todo pensamiento,
sentimiento, emoción, archivado en el subconsciente produce un elemento químico
saludable o pernicioso: perturbación de la salud, enfermedad, bloqueo
energético… en fin, deterioro del cuerpo carnal.
Conclusión:
Después de un eclipse nuestra vida puede mejorar notablemente o no, dependiendo
de nuestra actitud.
Como corolario, las energías
positivas ocuparán el espacio que dejaron las otras, si es que se identificaron
y se eliminaron.
Lo mejor: vivirlo
con calma, mucha agua, naturaleza, reunión familiar o con amigos o en meditación,
Servicios, Oración, encendido de una Llama, sahumerios, introspección…
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