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jueves, 13 de diciembre de 2018

Navidad, su significado en la antigüedad y el renacimiento del hombre a la vida espiritual

El pesebre, el arbolito, los villancicos, el nacimiento del niño Dios, el Solsticio, Papá Noel, Santa Claus, los regalos, la celebración de la Navidad antes de que naciera Jesús, comer cosas de invierno cuando aquí hace tanto calor...
En fin, crecí con todo esto, mezclado, sin saber el significado ni el por qué. Pero ahora, mi función de Maestra es llevar la luz esclarecedora, que despeje la confusión.
Sólo me ocuparé de dos aspectos:
   * Navidad, empezó a celebrarse con el Solsticio del 21 de diciembre en el Hemisferio Norte, el fin del invierno y la llegada de la primavera.
   Festejaban el renacer de la naturaleza y la promesa de grandes cosechas. El renacer del ciclo de la vida.
Era el acontecimiento social principal, en la antigüedad, miles de años atrás y llegaba a su apogeo el 25 de diciembre.

  * No hay referencia histórica ni bíblica sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús pero el Papa Julio1fijó para la iglesia de Oriente la solemnidad de Navidad, el 25 de diciembre,  que se conserva hasta hoy.
Honramos a Jesús  con regocijo, un ser tan evolucionado llegando a un mundo tan necesitado de iluminación.
Son días para recordar para qué vino el Cristo y ver si lo estamos siguiendo realmente.

¿Decimos sólo la verdad? ¿Nos brindamos al prójimo en amor?
¿Damos el ejemplo de lo que predicó el Cristo? ¿Es bueno nuestro obrar?
¿Hemos evolucionado en conciencia? ¿De qué modo estamos viviendo?

El nacimiento de Jesús simboliza el nacimiento del hombre a la vida espiritual. Imitémoslo, siguiéndolo de verdad, con acciones, no con meras palabras. Hagámoslo en su nombre. Superémonos! Navidad es mucho más que regalar cosas, comer y beber en exceso o violentos estruendos, opuestos  a una celebración tan íntima y jubilosa.

Recordemos también que en estos días estamos más receptivos y los Ángeles pueden focalizar su luz con mayor intensidad. Yo deseo para todos, que mucha luz, armonía y amor emanen de nuestros seres.
Prepararemos con amor nuestra mesa, con lo justo y necesario. ¡Regalemos nuestro amor, paz y alegría!
¡Que la Buena Voluntad y el Amor regresen a Gaia, La Tierra! Ese mi ferviente deseo y la razón de mi Hacer.

A medianoche, para unificarnos, elevemos nuestro corazón y pensamiento, diciendo aunque sea mentalmente:
¡Gloria a Dios en las Alturas y en La Tierra Paz, Luz y Amor a todos los hombres!

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