El mundo será mejor cuando cada uno de nosotros sea mejor.
Mejorar la humanidad, mejorar nuestra calidad de vida, parece titánico este objetivo pero es absolutamente necesario.
Sólo la suma de personas buenas, honestas, solidarias, justas, generosas, altruistas, amorosas, podrá dar como resultado un mundo distinto.
Si nuestras actitudes personales no responden a eso, en vano será nuestro anhelo de paz y de convivencia fraterna.
Las rectas relaciones humanas se basan en el respeto, en la tolerancia y en la buena voluntad hacia uno mismo, en primer término (ya que no se puede dar lo que no se tiene) y luego hacia los demás.
Tener buenas relaciones con nuestros semejantes es una excelente inversión. Todo es más llevadero, todo es más lindo cuando aprendemos a llevarnos bien con el “mundo”.
Sentir armonía con todo lo creado es estar vibrando alto, en armonía con la Ley Suprema.
¡Qué bello será el mundo cuando nos armonicemos!
Y pensar que esto sólo depende de nosotros.
Somos responsables de nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Nuestro trato a de ser amigable y alegre con todos. Para esto debemos moderar nuestra personalidad y comprender cuánto podemos afectar a los demás con nuestros comportamientos.
Conscientecemos cómo las palabras pueden acariciar o herir, alentar o deprimir, unir o dividir, construir o destruir.
Bueno es recordar que la violencia engendra violencia y la buena voluntad engendra buena voluntad.
Lo mejor será poner en práctica la ayuda solidaria e irradiar buenas ondas, buen humor, dar, compartir, ayudar, sonreír sinceramente y mostrarnos comprensivos.
Esto es sacar a relucir todo lo bueno y bello que hay dentro de cada uno y brindarlo.
Todo ser es valioso.
Si a veces percibimos en nuestros semejantes actitudes que pueden dañar, pensemos que seguramente lo hacen porque desconocen la Ley que dice que todo lo que emitimos vuelve a nosotros.
Si hacemos mal a alguien es como si lo hiciéramos contra nosotros mismos porque eso volverá a golpearnos de alguna manera, como un bumerang, porque así es la Ley.
Nuestra actitud correcta y saludable debe ser de amabilidad, de buena voluntad con todos, naturalmente, sin permitir que nos pisoteen.
Mejorar la humanidad, mejorar nuestra calidad de vida, parece titánico este objetivo pero es absolutamente necesario.
Sólo la suma de personas buenas, honestas, solidarias, justas, generosas, altruistas, amorosas, podrá dar como resultado un mundo distinto.
Si nuestras actitudes personales no responden a eso, en vano será nuestro anhelo de paz y de convivencia fraterna.
Las rectas relaciones humanas se basan en el respeto, en la tolerancia y en la buena voluntad hacia uno mismo, en primer término (ya que no se puede dar lo que no se tiene) y luego hacia los demás.
Tener buenas relaciones con nuestros semejantes es una excelente inversión. Todo es más llevadero, todo es más lindo cuando aprendemos a llevarnos bien con el “mundo”.
Sentir armonía con todo lo creado es estar vibrando alto, en armonía con la Ley Suprema.
¡Qué bello será el mundo cuando nos armonicemos!
Y pensar que esto sólo depende de nosotros.
Somos responsables de nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Nuestro trato a de ser amigable y alegre con todos. Para esto debemos moderar nuestra personalidad y comprender cuánto podemos afectar a los demás con nuestros comportamientos.
Conscientecemos cómo las palabras pueden acariciar o herir, alentar o deprimir, unir o dividir, construir o destruir.
Bueno es recordar que la violencia engendra violencia y la buena voluntad engendra buena voluntad.
Lo mejor será poner en práctica la ayuda solidaria e irradiar buenas ondas, buen humor, dar, compartir, ayudar, sonreír sinceramente y mostrarnos comprensivos.
Esto es sacar a relucir todo lo bueno y bello que hay dentro de cada uno y brindarlo.
Todo ser es valioso.
Si a veces percibimos en nuestros semejantes actitudes que pueden dañar, pensemos que seguramente lo hacen porque desconocen la Ley que dice que todo lo que emitimos vuelve a nosotros.
Si hacemos mal a alguien es como si lo hiciéramos contra nosotros mismos porque eso volverá a golpearnos de alguna manera, como un bumerang, porque así es la Ley.
Nuestra actitud correcta y saludable debe ser de amabilidad, de buena voluntad con todos, naturalmente, sin permitir que nos pisoteen.
Fuente: libro "Metafísica cuantica" de esta autora.
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