Sobre el mal externo
(continuación del tema anterior)
Ningún mal externo puede afectarnos:
- si no creemos en él
- si no nos dejamos invadir por el temor
- si en nosotros no encuentra eco.
La pureza de nuestros pensamientos y sentimientos nos salva de todo peligro, ya que “el mal no encuentra en qué asirse”. Entonces, es totalmente innecesario preocuparnos y temer por el mal que puedan producirnos los demás.
Nuestro resguardo seguro es no alimentar ningún pensamiento de maldad, cólera, envidia, celos, crítica, juzgamiento, condenación, etc. y si nos damos cuenta que nos asaltan, por un momento, DESALOJARLOS inmediatamente.
El que es puro y fuerte, no puede ser afectado por el mal externo.
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