¿Enojos, explosiones, ira?
¡Verdaderos terremotos!
Veamos las consecuencias.
El ruido de una explosión repentina, por ejemplo, estremece el sistema nervioso.
Se establece entonces una sensación de temblor en la estructura celular del cuerpo.
Lo mismo sucede cuando sentimos llamaradas de irritación .
Ellas estremecen, perturban y desarreglan la sustancia sutil de la mente, cuerpo y mundo, de la persona que las envía, consciente o inconscientemente, con o sin intención.
El sentimiento discordante produce desintegración, ancianidad, falta de memoria y todas las demás fallas humanas.
El efecto sobre la estructura corporal, es el mismo que se produciría sobre un edificio, si el cemento que mantiene los ladrillos, recibiera repetidas sacudidas todos los días.
Ese estremecimiento continuo, desarmaría las partículas que componen el cemento.
El edificio se vendría abajo en una masa caótica y desaparecería.
Eso es lo que muchas personas le hacen a su estructura corporal.
Esto va dirigido a quienes justifican sus arranques descontrolados de ira.
¡Cuánto bienestar pueden lograr con sólo manejar esta emoción!
Claro, dirán: "no es fácil" (más fácil es enojarse) pero...¿no sería mejor "amarme hasta tal punto de cuidar mi cuerpo-Templo para que esté sano y vital?"
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