Una vez que uno entra en este descontrol electrónico, los vehículos tienen que empezar a armonizarse de nuevo. Esto es lo que sucede, generalmente, varias veces al día. Pero es tan maravillosa la energía interna que comanda nuestros órganos, que cuando uno de ellos está dañado o incapacitado temporalmente, todo el organismo coopera para su recuperación.
Toda la energía vital, la sangre y el poder curativo del propio organismo se centran en el órgano incapacitado para rehabilitarlo.
¡Qué hermoso ejemplo de la inteligencia que los gobierna!
Todos los órganos colaboran, ya que si no lo hicieran se verían recargados y se perjudicaría todo el cuerpo.
Por eso no debemos aceptar la idea de que la enfermedad descompone la materia inevitablemente, sino, aceptar que por medio del Poder Divino Interno, cualquier célula puede ser vitalizada de nuevo.
Otro ejemplo podemos observar en una herida, cómo las diminutas partículas de sangre forman el tejido restaurado. Ellas tiene el poder restaurador y lo sanan perfectamente. Si queda una cicatriz imperfecta es porque tenemos un molde erróneo en la mente externa, que lo reproduce en lo físico. Así vemos que todo organismo humano puede auto-restaurar un tejido u órgano.
Concluyendo, para tener perfecta salud y vigor debemos eliminar las causas mentales y emocionales, cooperar en el mantenimiento de la salud, pidiendo iluminación y actuando en consecuencia.
Debemos desalojar los pensamientos-sentimientos que han causado la apariencia de enfermedad.
Limpiando las propias células, átomos y electrones, toda afección desaparece del cuerpo físico.
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