Nuestra casa responde al amor, al cuidado, al orden que ponemos en ella y si la abandonamos se nota la pesadez, la tristeza de las casas abandonadas.
Al entrar en una casa, notamos su vibración baja o elevada.
En algunas, da ganas de salir rápido, nos ahoga, en otras, no nos dan ganas de irnos.
Debemos amar a nuestra casa, bendecirla, agradecer el cobijo que nos da. Enumerar sus comodidades y dar gracias a Dios que nos la proveyó. Aún siendo alquilada, es nuestra casa.
Podríamos tomar la costumbre de decirle:
“Mi casa querida, te bendigo, te agradezco el cobijo y toda la comodidad que me das.
Te lleno de amor y de alegría. Te lleno de Luz Rosa para que todo el que entre aquí sienta el Amor en su corazón y nadie desee dañarte.
Espíritu Elemental, que cuidas mi hogar, te Bendigo, te Amo y te doy gracias”.
Nuestro hogar será entonces un imán del bien, bello, alegre, feliz y abundante.
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