7ma. prédica
“Felices los pacificadores; porque ellos serán llamados Hijos de Dios”.
Recordemos nuevamente que el Maestro Jesús se dirige directamente a cada hombre en particular. Por lo tanto, lo que quiere decirnos es que debemos lograr la paz en lo personal, la paz en lo mental-emocional. Ser pacificadores en nosotros mismos.
Tener paz interna, serenidad, tranquilidad es “no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”, ya que si tenemos temor, inquietud, resentimientos, culpas, enojos, etcétera, no tenemos paz y sin ella no podemos tener éxito ni logros.
¿Cómo se logra la tan anhelada paz mental-emocional?
Logramos la paz cuando nos aquietamos, cuando contactamos a nuestro Ser Interno, de la forma que cada uno lo sienta, comunicándonos con Dios, a través de la Oración, invocando, meditando, afirmando, decretando.
Paz interna es abandonarse totalmente a la Guía Divina. ELLA nos hará sentir por impulso interno, qué debemos hacer en cada situación. Es la voz de la Intuición que nos impulsa silenciosamente hacia lo correcto. Es el sentido común, la Sabiduría, expresándose en lo práctico.
Paz es la no lucha, el no debatirse, la no prisa, el des-preocuparse. Es soltar todo a los cuatro vientos y escuchar la Voz Interna, que nos sugiere soluciones inusitadas.
Naturalmente que esta actitud de paz no significa ocio, ni sentarnos a mirar para arriba.
Lo que significa es que antes de emprender cualquier tarea, primero consultemos a la Presencia Maestra Interna para que nos dicte claramente qué debemos hacer. De esta forma no correremos el riesgo de equivocarnos.
Así, la acción física resultará sin tropiezos, trabajaremos sí, pero de forma acertada, fácil, permitiendo que la Inteligencia nos rinda al máximo, con un mínimo esfuerzo. A esto se refiere la expresión “hacer sin hacer”.
Respecto a nuestros deseos de pacificar a los demás, a pacificar en situaciones ajenas, también nos dice la Instrucción que donde haya discordia llevemos paz. Pero la forma en que lo hacemos es lo que cuenta, ya que a veces, hablar a las personas alteradas puede no resultar efectivo.
La mejor forma de ayuda, es que cuando percibamos
desavenencias ajenas es Orar silenciosamente, enviando Luz a la situación, invocando en esas personas el Amor y la Sabiduría Divina para que asuma el mando de esas personalidades y las tranquilice.
Esta Bienaventuranza dice que “los pacificadores serán llamados Hijos de Dios”, lo cual significa que venceremos nuestras dificultades y limitaciones y seremos, no sólo potencialmente, sino verdaderamente “Hijos de Dios”.
“Felices son los que tienen paz interna y la proyectan; porque viven como Hijos de Dios”.
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