Sigamos viendo como el Maestro nos enseña una linda forma de vivir
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán hartos”
Aquí tenemos la palabra “justicia”, que tiene un sentido especial.
“tener hambre y sed de justicia”, significa tener “hambre”, estar sedientos de hacer lo “justo”, lo correcto y ejercer el dominio de nuestra mente.
La justicia predicada por el Maestro Jesús, no refiere a justicia ejercida por otras personas y menos aún “hacer justicia con la propia mano”. Toda su prédica está dirigida al ser humano en particular y a su mundo personal. Allí ejerceremos la justicia, la rectitud, para que recto sea nuestro vivir.
No podemos pensar una cosa y producir otra.
Si deseamos estar sanos, por ejemplo, alimentemos pensamientos saludables, de paz, de gozo, de confianza en el Gran Poder que nos creó.
No pensar con “justicia”, sería fijar la atención en las perturbaciones del cuerpo, que son pasajeras, temporales, porque se modifican al modificar el pensar.
“Justicia” es también pensar en la abundancia para que se manifieste en forma natural.
¡Qué importante es entonces, tener pensamientos de justicia!
¡Son ellos los que nos darán lo que deseamos!
Algunas personas dicen “no es fácil” hacer estos cambios. Si no resulta fácil ejercer el control de la propia mente es porque los pensamientos “injustos” de toda la humanidad forman una gran marea de ondas, que fluyen en todas direcciones, con gran rapidez.
Se hace necesario vigilar constantemente los propios pensamientos para poder dirigirlos, porque si no lo hacemos, los pensamientos de imperfección se “filtran” y de pronto nos encontramos pensando lo no deseado.
Los pensamientos van y vienen, vertiginosos, mezclando pasado, presente y futuro y una gran masa de pensamientos no “justos”, ejercen presión en cada persona. Esto es lo que “no es fácil”. Es un desafío emerger, rechazar los pensamientos oscuros y alimentar sólo los pensamientos luminosos, elevados, constructivos y optimistas.
Esta Bienaventuranza nos muestra un mundo maravilloso, que no es utópico ni imposible de alcanzar.
La felicidad se logra día a día, progresivamente, a veces el proceso es más lento, otra es más rápido, todo depende de la forma en que pensamos, de la determinación y firmeza con que nos dediquemos a ser los “capitanes de nuestro barco”.
Todo progreso debe alegrarnos grandemente. Seamos pacientes con nosotros mismos, constantes en el auto-mejoramiento y estaremos, hartos, llenos de todo bien.
“Felices son los justos, los de recto pensar; porque serán llenos, hasta el hartazgo, de todo lo bueno que deseen”.
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