6ta.Prédica
“Felices los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios”.
Esta Prédica, como las anteriores, nos da una Enseñanza muy simple pero muy profunda en su significación y maravillosa por lo que nos invita a hacer, “ver a Dios”.
Analicemos esta dos palabras “limpio corazón”. Aquí, “limpio” no significa no sucio y “corazón” no hace referencia al órgano físico.
En aquella época, se usaban palabras que representaban algo físico, concreto, para aludir a algo no físico. “Corazón” es la parte subconsciente, donde están grabados todos los conceptos y creencias de cada persona.
Dice que debe estar “limpio”. ¿Limpio de qué?
Esta limpieza se refiere a quitar del subconsciente toda acumulación errónea, todo concepto equivocado que alguna vez hayamos incorporado, conciente o inconscientemente a través de nuestro pensar-sentir.
Es también, no albergar ningún tipo de maldad, ningún sentimiento indeseable, respecto a nosotros mismos, a nada y a nadie. Sólo así seremos “limpios de corazón”.
El conocimiento primero entra a nuestra mente consciente pero podemos tener un cúmulo muy grande de cosas aprendidas y no operar ningún cambio visible. ¿A qué se debe esto?
Esto se debe a que luego debe venir la comprensión, el grabar los conceptos en lo profundo del subconsciente y entonces sí, podremos mejorar nuestras vidas en salud, bienestar, abundancia y todo el “Reino de los Cielos”, en el momento presente.
Dice también que entonces podremos “ver a Dios”.
¿Qué es “ver” a Dios?
Hay distintas formas de “ver” a Dios.
Ya sabemos que Dios es incorpóreo, por lo tanto no podemos verlo con los ojos físicos.
“Ver”, en este caso, significa percibir, elevarnos mentalmente, emocionalmente, experimentar la dicha aquí, en el plano terreno, al elevar nuestra vibración.
“Ver a Dios” es la armonía perfecta, el Cielo, la felicidad suprema. Es experimentar Su Presencia dentro nuestro y en todo lo creado. Es reconocer el bien en cada persona, situación y cosa.
“Ver a Dios” es reconocer la Verdad en el Espíritu, lo eterno, lo inmutable.
“Ver a Dios”, es practicar Su Presencia en cada momento de nuestro vivir, lo que trae una libertad infinita y felicidad perfecta. Transforma nuestra vida.
Podemos entonces afirmar:
Felices son los que aceptan al único Poder, Sabiduría y Amor dentro suyo.
Felices los que Lo aman con todo su corazón y confían plenamente en EL porque vencerán los obstáculos y vivirán llenos de éxito. Esto será la consecuencia natural de su forma de pensar, de sentir y de actuar.
“Felices los de limpio subconsciente; porque ellos experimentan una Vida Superior”.