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lunes, 17 de enero de 2011

SALUD, VIGOR Y ENTUSIASMO - continuación

Veamos como puede lograrse esto.
“Lo que piensas, atraes a la forma física”.
No hay enfermedad sino enfermos en pensamientos-sentimientos. Esa es la raíz. Se deduce entonces que la curación tiene su raíz en el pensamiento-sentimiento sano.
Toda persona que se siente enferma debe saber que las causas están en lo mental-emocional.
El cuerpo etérico encargado de mantener la vitalidad del físico, tiene como función organizar, programar y desarrollar el plan para nuestro cuerpo físico. Este trabajo lo hace el Elemental del cuerpo dirigido por el  Ser Interno. Ésta es la fuerza misteriosa que produce el crecimiento, desarrollo y auto-reparación.
El sistema nervioso y  las glándulas  endocrinas  son los receptores más sensitivos. Ellos reciben las vibraciones  sutiles y las transforman en impulsos físicos.
Veamos por ejemplo lo que ocurre en un arrebato, de resentimiento o de ira. El cuerpo emocional pone en desorden a los átomos y electrones y cuando pasa el arrebato, los electrones quedan vibrando a un ritmo irregular. Estos se conectan con otros iguales, externos y aumentan así la desarmonía del cuerpo emocional propio.
También ocurre  que como los electrones del cuerpo mental están cercanos, se contagian de esa vibración discordante y a su vez contacta desarmonía de los cuerpos mentales de otros, atrayéndola al cuerpo mental de uno.
 Al mismo tiempo se estimulan las memorias o malos recuerdos guardados en el etérico y éste se pone en movimiento. De esta forma, los tres cuerpos nombrados, afectan al físico y aparece un malestar como por ejemplo, un dolor de cabeza.
 Una vez que uno entra en este descontrol electrónico, los vehículos tienen que empezar a armonizarse de nuevo. Esto es lo que sucede, generalmente, varias veces  al día. Pero es tan maravillosa la energía interna que comanda nuestros órganos, que cuando uno de ellos está dañado o incapacitado temporalmente, todo el organismo coopera para su recuperación.
Toda la energía vital, la sangre y el poder curativo del propio organismo se centran en el órgano incapacitado para rehabilitarlo. ¡Qué hermoso ejemplo de la inteligencia que los gobierna!
Todos los órganos colaboran, ya que si no lo hicieran se verían recargados y se perjudicaría todo el cuerpo.
Otro ejemplo podemos observar en una herida, cómo las diminutas partículas de sangre forman el tejido restaurado. Ellas  tiene el poder restaurador y lo sanan perfectamente. Si queda una cicatriz imperfecta es porque tenemos un molde erróneo en la mente externa, que lo reproduce en lo físico. Así vemos que todo organismo humano puede auto-restaurar un tejido u órgano.
Por eso no debemos aceptar la idea de que la enfermedad descompone la materia inevitablemente, sino, aceptar que por medio del Poder Divino Interno, cualquier célula puede ser vitalizada de nuevo.
Cada órgano y cada célula tiene su vibración propia, distinta de los órganos vecinos y por eso conservan su identidad.
Concluyendo, para tener perfecta salud y vigor  debemos eliminar las causas mentales y emocionales, cooperar en el mantenimiento de la salud, pidiendo iluminación y actuando en consecuencia.
Debemos desalojar los pensamientos-sentimientos que han causado la apariencia de enfermedad.
Limpiando las propias células, átomos y electrones, toda afección desaparece del cuerpo físico.

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