Lo siguiente es un relato que me enviaron y como deja una sabia enseñanza sobre estos temas, lo incluyo aquí, haciendo una síntesis del mismo.
Una hija se quejaba a su padre sobre la vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante. Estaba cansada de luchar.
Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro.
Su padre la ayudó haciendo una demostración, práctica, comparativa:
Para eso puso agua a hervir en 3 recipientes y agregó en cada uno de ellos, distintos elementos.
En uno puso una zanahoria, en otro, un huevo y en el último, granos de café.
Luego de varios minutos pidió a su hija que viera los resultados, que fueron estos:
La zanahoria se había puesto blanda.
El huevo se había puesto duro.
El café estaba delicioso.
Entonces la hija preguntó:
¿Qué significa esto, padre?
Él le explicó que los tres productos habían enfrentado la misma “adversidad”, agua hirviendo y que los tres habían reaccionado de manera distinta.
La zanahoria se había puesto blanda, débil, fácil de deshacer.
El huevo se había endurecido en su interior.
En cambio, los granos de café despedían un aroma delicioso, fueron los únicos capaces de alterar al agua hirviendo.
¿Cómo reaccionas ante la adversidad?
¿Te ablandas como la zanahoria?
¿Te endureces en tu interior, como el huevo?
¿O transformas la situación?
Demos saber que el oro para ser purificado necesita pasar por el fuego.
Y nosotros, los seres humanos necesitamos también templarnos ante la adversidad.
Fuente: libro "Para ti, Mujer..." de esta autora.
martes, 6 de octubre de 2009
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